La indispensable participación de las madres y padres en los centros educativos.

El artículo es de Pérez Reverte, el último. Yo le he cambiado el título porque toda la gresca que describe sería considerada un «episodio menor» por cualquier profesional de la educación con un poco de experiencia:

http://www.finanzas.com/xl-semanal/firmas/20120819/disfrazando-criaturas-3339.html

Ahora bien, la cosa no mejora demasiado cuando unos cuantos cinematógrafos, periodistas y «psicopedalogófilos», por llamarlos a la argentina, se ponen a discernir sobre la institución educativa y su perversa e intrínseca maldad. Se admiten las carcajadas, aquí no hay formalismos:

http://www.educacionprohibida.com      o bien

http://www.youtube.com/watch?v=-1Y9OqSJKCc

Y si alguien logra verla enterita sin pulsar el botón de forward, por favor que me lo diga y me haga la crítica completa.

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11 responses to “La indispensable participación de las madres y padres en los centros educativos.”

  1. balbí says :

    No comment. Vergüenza ajena he sentido.

  2. MadeInChina says :

    Mientras los coreanos van a la escuela y diseñan circuitos impresos a los 12 años nosotros nos dedicamos a estas soplapolleces. Contigo comentario nº1

  3. jaumemozart says :

    Según esta película el fracaso escolar es una consecuencia de un sistema educativo equivocado y la solución tiene que ser la motivación de los alumnos, el diálogo, la comprensión, etc. Pues bien, mi opinión es que cuando un alumno con capacidades normales quiere aprender y está dispuesto a escuchar y a esforzarse, con un profesor mínimamente bueno se obtendrá un rendimiento sastisfactorio a pesar de los errores que pueda tener el sistema educativo. Esto se puede comprobar fijándonos los que ahora tenemos entre cuarenta y cincuenta años, que tampoco habremos tenido un sistema educativo perfecto y si hemos querido estudiar a conciencia hemos conseguido un nivel de formación aceptable. En cambio, cuando un alumno no tiene ninguna predisposición para esforzarse (cosa muy habitual hoy en día) serán inútiles todos los planteamientos que se pongan en práctica.
    Por otro lado, si como esta película propugna los que somos docentes nos dedicamos durante toda la etapa de formación de los alumnos a darles tanta motivación, diálogo, comprensión, etc, ¿Qué pasasrá cuando tengan que afrontar la vida real i se incorporen al mundo laboral? ¿Sus jefes también se encargarán de motivarlos, de dialogar y de ser comprensivos con ellos? ¿Quizá tenemos que crear un sistema educativo que dé todas las facilidades a los alumnos, con el objetivo de que estén contentos y felices durante toda su etapa de formación y que no los entrene para afrontar las dificultades de la vida real? Más vale ejercitar al alumno en el esfuerzo y la disciplina sin más motivación que su propio espíritu de superación, que todo este conjunto de fantasías pedagógicas de esta película que nunca solucionarán los graves problemas educativos que actualmente existen.

    • minosabe says :

      Caramba Jaume! Cuidado con dar este tipo de opiniones a según quien, porque fácilmente te pueden llamar facha, pepero, retrógrado, maltratador psicológico de niños y muchas cosas más.
      Yo estoy de acuerdo con lo que dices en un 99’9%

      • jaumemozart says :

        Muchas gracias por tu respuesta y tu consejo, ya me han llamado retrógrado alguna vez, pero es alentador saber que hay gente que comparte en buena medida estas ideas.

  4. rusketa says :

    Seria muy bonito soñar con escuelas que fuesen todo lo que le falta a la sociedad y que tuvieran un papel motivador y revolucionario pero tambien hay quien las desprestigia solo por su propio interes, para promover una idea de supremacia moral.
    En cualquier caso animo a los profesores a seguir luchando por una sociedad mas justa.

    • minosabe says :

      Ruska, si no me acuerdo mal, una vez me explicaste que en tu pueblo (no desvelaré cuál pero sí que diré que es un pueblo de la Catalunya central) tuviste una vez un maestro ‘de los antiguos’ que cuando algún alumno no hacía los deberes lo mandaba de nuevo a casa a primera hora de escuela, para que los hiciese, con el consiguiente cabreo de su familia (más por tener de vuelta al niño tan pronto que por otra cosa, creo). Si no es exacto me corriges, ya que tú me lo explicaste, pero resulta que al cabo de pocas semanas el índice de alumnos que no hacían los deberes en su clase cayó al 0%.
      ¿Será que era un lince de la «educación emocional»?

  5. Rita says :

    No hay profesionales cualificados para enseñar a las nuevas generaciones. Nosotros somos analógicos. Ellos ya son digitales. Un niño de 8-9 años de ahora no tiene porque aguantar el rollo de su maestro de lo dura que fue su educación (sin ordenadores, sin playS, sin TIC’s, sin telefonia mobil). Con enciclopedias tostones, con diccionarios de 2 Kg de peso, con correspondencia postal, esperando dias y dias la respuesta a las cartas enviadas…… porque siempre se tiene que enseñar-educar recordando un pasado mejor, recordando lo duro que fue y lo que nos tuvimos que esforzar aprendiendo. Yo no quiero para mis hijos eso. Yo quiero que si ya hemos superado ciertas cosas que se eduque a partir de ese nivel.

    • minosabe says :

      Estoy totalmente en desacuerdo con todo lo que dices, Rita.
      Para empezar, nosotros no somos analógicos. Yo por lo menos no. A los catorce años programábamos en Basic y Pascal sobre un Commodore en las clases de EATP de mi instituto, algo que muchos adolescentes «digitales» de hoy no serán capaces de hacer nunca. ¿Por qué? Porque se les está dorando la píldora, desde el mundillo del márketing más cutre, vendiéndoles la archimemez de que ellos son la «generación digital». ¿Alguien se acuerda de la generación X? ¿O de la JASP? ¿O de la generación yupi? Meros reclamos publicitarios y nada más.
      Tus hijos, Rita, no tienen nada de digitales y sí todo de «usuarios» digitales, eufemismo al uso para no llamarlos «clientes» digitales. Tienen que darse de alta para cualquier simplez, ceder sus datos, comprar por internet, ser sableados por compañías telefónicas que les cazan por el «Wachap», ser escrutados una y mil veces por sus perfiles públicos y no tan públicos por el gran taumaturgo, es decir, San Google, y así podríamos seguir con mil servidumbres más…
      Porque por si todavía no lo habías notado, su maestro ya no tiene «rollo» como tú dices. Él, encogiéndose de hombros, deja que tus hijos le presenten bochornosos trabajetes copipegados de «intenné», les enchufa el Clic y otras utilidades con las que se supone que aprenden lo que ya no están capacitados para aprender leyendo… Su profesión es ahora más fácil, aunque la quisiera con un poco más de sentido. Porque sus alumnos no saben leer, no entienden lo que leen, ni lo reproducen por escrito, ni siquiera con un millón de faltas por línea, tampoco saben resolver problemas aritméticos porque, ya lo hemos dicho, no saben leer y, aunque supiesen, tampoco se saben las tablas de multiplicar, ni dividir por más de una cifra, ni hacer cálculos aproximados mentalmente…, ni nada. Pueden clicar cien mil veces una respuesta sin antes leer la escueta línea explicativa en la pantalla del ordenador. O tantear repantigados en su silla los resultados de una operación sin nunca abordar el problema de aprender a hacerla. No tienen capacidad de concentración porque son la generación «pantallitas» (yo añadiría pantallitas «en el sofá», claro). Neil Postman lo diría mejor: la generación de «divirtámonos hasta morir».

      Y, sí, claro. Estudiar para nosotros fue más duro. Pero tampoco tanto. Tampoco le pedían estudiar indefinidamente a nadie. Si no servías, podías optar por la profesionalización. Pero entonces aprender conllevaba esfuerzo y, si fueras una madre inteligente, lo querrías para tus hijos porque la enseñanza ha de ser ‘propedéutica», en el sentido más clásico y medieval del término, esto es, cada conocimiento nos prepara para otros muchos y cada esfuerzo es una actividad muy recomendable que nos ejercitará para que la vida no nos doblegue a la primera de cambio.

      Y, por último, y con toda la acritud de la que soy capaz, te diré que representas a la perfección a la «madre tipo» de los alumnos de este país. La que, en estos últimos 25 o 30 años, ha convertido la enseñanza en un imposible. La que condena a sus hijos a la ignorancia supina, intentando protegerles siemrpe de todo. La que siempre quiere tener razón ante los profesionales de la educación (aunque debo admitir que muchas madres y a la vez profesionales de la educación piensan como tú, porque el fracaso lleva ya muchos años gestándose). La que construiría un mundo de castillos hinchables para que sus vástagos jamás sufrieran una caída. La que, finalmente, perderá el control de sus hijos, convertidos en unos ególatras caprichosos, pequeños soberanos siempre en posesión de la razón y la verdad porque…, claro, «los niños siempre dicen la verdad», ¿no es cierto? Y, ya en la amarga derrota, incapaz de un juicio sereno, seguirás clamando contra un sistema educativo al que responsabilizarás de todos tus males.

      PD: Sigo pensando que el 90% de nuestro sistema educativo necesita un giro copernicano, pero justamente en el sentido contrario al que expresas en tu respuesta.

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  1. “Generación digital” « - 2012/09/26

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