Innovación educativa versus imposición educativa

En pleno siglo XXI (21 para los modernos), seguimos sin ver los lobos bajo una piel de cordero. Y lo que es peor: encima hay quien nos hace creer que vamos a enriquecernos con su lana.

Hace unos pocos días, el Telenotícies de TV3 nos arengaba, como de costumbre, sobre alguno de los prodigios que, en materia educativa, promueve nuestro Govern. Se trata de un nuevo máster sobre Innovación, uno de ésos «baratillos», de varies miles de euros, de universidad privada o concertada y, por supuesto, reconocido por el Departament d’Ensenyament.

Hasta aquí, nada especial. Más de lo mismo.

Lo que ya sí supuso escolanova_funa novedad es que la redacción de la noticia hacía énfasis en que este máster iba dirigido únicamente a los directores de centros o profesores con responsabilidades directivas, aduciendo que esto era así «para que pudieran transmitir lo aprendido en innovación a sus claustros».

Siguiendo esa lógica, sería imposible que cuando los coordinadores de informática, coordinadores de lenguas o coordinadores de lo que sea, acuden a sus seminarios transmitan las novedades al claustro, puesto que no son cargos directivos y, entonces, «no pueden transmitir lo aprendido».

¿Qué estoy insinuando? Pues para explicarlo, volvamos al título de este artículo: «Innovación educativa versus imposición educativa» Aquí, la preposición latina versus está utilizada correctamente. Lo aclaro para todo el público logsero, para quien la alocución versus no es más que una adversativa en los videojuegos o, quizá, un modelo de coche.  Aquí el significado real es el «hacia» castellano, el «vers» francés o catalán

Así pues, sugiero que la innovación educativa está siendo utilizada por la administración para conseguir imponer su modelo en los centros educativos. La «supremacía» legal que la investidura como «autoridad pública», avalada por leyes tan «avanzadas» como la LEC y la LOMCE, confiere a los directores parece no ser suficiente para ganarse la obediencia del rebaño, todavía. Por todo ello, alguien ha pensado que convertir al director de centro en una especie de gurú de la innovación le otorgaría un plus de «autoridad» para manejar y confeccionar las plantillas del centro a su antojo. Y para que el claustro se someta, haga las reverencias pertinentes y, claro está, asienta con vehemencia cualquier propuesta de la dirección, temiendo indefinidamente por su puesto de trabajo.descarga

 

 

 

 

 

Y alguien me preguntará: ¿Por qué la administración educativa favorece tan claramente esta deriva hacia el caciquismo? ¿Qué gana con ello?

Por de pronto, un «plus de dedicación». La innovación educativa se está sustentado casi exclusivamente en las horas extraordinarias voluntarias del profesorado. Ya sea por voluntarismo, ya sea por evitar el enfrentamiento con la dirección, ya sea por compromiso con la sociedad, o por lo que fuere, muchos profesores están regalando jornadas maratonianas a proyectos educativos «innovadores» que, en muchos casos, no buscan nada más que un efecto escaparate con el que «vender» las excelencias de un centro, fomentando la competitividad y la gestión empresarial del sistema educativo.

De esta manera, la innovación educativa se degrada para convertirse en puro márketing.  No hay más que ver las prisas en crear nombre de marca, por ejemplo, Escola Nova 21, que incluya a unos y excluya a otros para que, finalmente, todo esto caiga en forma de imposición sobre unos claustros que ya no tienen ninguna influencia en la toma de decisiones  escolares. Resulta evidente que el modelo educativo se ha verticalizado, jerarquizado, sufriendo una merma democrática innegable, y que lo que los grupos de poder han hecho de la innovación educativa su patente de corso para legitimar toda esta involución.

¿Y la mejora de la educación de nuestros alumnos? ¿No es intrínsecamente bueno que alguien impulse nuevos métodos de enseñanza-aprendizaje? Seguramente sí, pero no sustentándolo todo en falacias. Una de las pocas evidencias con que contamos en educación -véanse los informes internacionales, las pruebas TIMM, los datos aportados por la fundación Bofill o, incluso, los de PISA-, es que en tres cuartas partes de nuestros alumnos, el rendimiento escolar depende de su contexto socioeconómico, estrechamente vinculado a la ubicación del domicilio familiar (o domicilios familiares) y, por tanto, a la ubicación y titularidad del centro escolar. Evidentemente, hay otras variables que también influyen en forma menor pero, en cualquier caso, tampoco guardan ninguna relación con la metodología ni con la organización del centro escolar.

Nuestro Govern, una vez más, escurre el bulto. Sin ningún pudor, TV3, su medio de comunicación favorito, ya nos programó un «30 minuts» en el que nos vendía las excelencias de la educación innovadora. Su «educación innovadora». La que lleva la etiqueta de Escola Nova 21 ) y que, a tenor de lo visto en el reportaje que le consagraron, casa a la perfección con el modelo «concertado y privado». Lo de la igualdad en el acceso a un servicio básico como la educación queda, pues, en lo de siempre, en simple retórica legislativa, esa figura literaria que consigue que un mugriento barracón público sea contabilizado igual que un diáfano y espacioso hall en el que los alumnos interactúan con sus  dispositivos Apple. Retórica que consigue una y otra vez responsabilizar a los maestros de los fracasos educativos, pese a los innumerables esfuerzos de nuestra administración para imponerles -o debiera decir «transmitirles»- la enésima reforma metodológica, la Escola Nova 21, un nombre más que se suma a la larga lista de cortinas de humo pedagógicas destinadas a esconder la realidad de una sociedad enferma de desigualdad. Una realidad que el tacticismo cortoplacista de los políticos parece no querer enfrentar, ya sea por impotencia o por servidumbre hacia los de siempre.

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2 responses to “Innovación educativa versus imposición educativa”

  1. Sor Prenme says :

    Lo siento me he leido solo la negrita con el movil me cuesta mas leer. estoy totalmente deacuerdo con todo

  2. Beatriu Giner says :

    Hace poco estuve de visita en una escuela alemana por un intercambio de profesorado. Me quede muy sorprendida al comprobar que no tenían pizarras digitales ni ordenador en clase. Solo un equipo modesto de música y un monitor conectable a otros aparatos.
    Las clases no eran tampoco muy innovadoras. El ambiente de trabajo era muy bueno.

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